Tiempos recios

Puente 175 (marzo 2020)

Mario Vargas Llosa

Madrid, Alfaguara, 2019, 354 pp.

Esta novela es una novela política que transcurre en la Guatemala de mediados del siglo XX, evocando principalmente un corto  periodo entre 1954 -año  en el que el Presidente Jacobo Árbenz, democráticamente elegido, tuvo que renunciar al poderdespués de la Invasión de las Fuerzas Liberacionistas de Carlos Castillo Armas, con el apoyo de los Estados Unidos- y el asesinato de éste ultimo en 1957.

El libro se divide en dos partes de extensión muy distinta: un Antes, que es el grueso de la no ela, y un Después, que viene a ser un epilogo ubicado en un momento más reciente. La novela  se abre por la narración, con un estilo  casi periodístico, del encuentro de Edward L. Bernays, teórico de la comunicación, y Sam Zemurray, de la United Fruit Company.  Como escribe el narrador: “Aunque desconocidos del gran público y pese a figurar de manera muy poco ostentosa en los libros de historia, probablemente las dos personas más influyentes en el destino de Guatemala y, en cierta forma, de toda Centroamérica en el siglo XX fueron Edward L. Bernays y Sam Zemurray, dos personajes que no podían ser mas distintos uno del otro por su origen, temperamento y vocación», la compañía bananerarepresenta el hilo conductor que en filigrana recorre toda la narración.

El contexto de la novela tiene un claro componente de denuncia: la injerencia estadounidense, facilitada por la histeria anticomunista de la Guerra Fría y por la potente  influencia de las empresas americanas como la United Fruit Company. “Tiempos recios” trata de la mentira que, durante muchos años, utilizó Estados Unidos para justificar el golpe militar que acabó con el proceso revolucionario guatemalteco. Para demostrarlo, M. Vargas Llosa recurrió a la investigación científica. Leyó diarios, revistas de la época, conversó con ilustres intelectuales y visitó los lugares donde tuvieron lugar las acciones. Sin embargo, aquí no se trata únicamente de un reportaje de investigaciones.

El autor es un puro genio de la narración: con sus cualidades literarias, nos hace ver el pasado como si él hubiera estado presente en aquellas calles, en aquellos hoteles.  Su obra no está escrita de manera lineal y cronológica, lo que dificulta la tarea del lector en intentar reconstruir el hilo entre mentiras y conspiraciones internacionales. Pero sus personajes, reales como ficticios, son de carne y hueso y nos da a conocer sus emociones, sus cualidades  y también sus debilidades. Ninguno de ellos es un perfecto héroe ni una absoluta crápula. El narrador los sigue en temporalidades distintas. Los principales son Johnny Abbes García, un espía dominicano destinado a Guatemala; Enrique Trinidad Oliva, responsable de seguridad de Carlos Castillo Armas, militar golpista y presidente de Guatemala desde 1954 hasta su asesinato tres añosmás tarde (Enrique Oliva y Johnny Abbes son presentados en la novela como los dos mayores sospechosos del asesinato de Castillo Armas y el lector puede seguir la secreta preparación del atentado no reivindicado); Marta Borrero Parra, una mujer de la buena sociedad a quien su familia expulsa por quedarse embarazada y que acaba siendo la amante de Castillo Armas.  Mario Vargas Llosa sabe mantener el suspense, alternando precisión, veracidad con fabulación literaria e irregularidad en el ritmo. Al comienzo, cada dos capítulos nos revela con discretas pinceladasla inminencia de un atentado preparado por un tal Enrique y un dominicano.  ¿Quiénes son y a quién van a asesinar?  El lector tardará bastantes páginas antes de que el puzle se organice.  Mientras tanto, en los capítulos imparesnos hace descubrir a las diferentes personas que se verán involucradas,en mayor o menor medida, en el asesinato.

Esta es una novela sobre el mal, la mayoría de los personajes son malos y esa maldad se les nota en la cara, en los ojos. Por ejemplo, Castillo Armas (¡Caca o Cara de Hacha!!!) es feo, irascible y está lleno de complejos pero, como su rival Jacobo Árbenz, fracasa y muere a manos de quienes creía los suyos y cae en la trampa de un amor con una mujer (Marta) que lo utiliza. Del mismo Jacobo Árbenz, el narrador destaca sus cualidades morales. Por ejemplo, durante su mandato presidencial, renuncia al alcohol, su vicio más atávico, y se dedica a trabajar por un gobierno democrático, libre y no comunista, como lo juzgan en el mundo.

El autor es compasivo on sus personajes ya que como todos los  seres humanos, son víctimas de sus pulsiones, de sus sentimientos, del contexto en el que evolucionan. Tiene compasión por ellos, incluso por los peores, como Abbes García, el más siniestro,  que con su fealdad, su vestimenta absurda, sus vicios y su final (masacrado por los Tontons macoutes tan temidos en Haití y que él mismo había entrenado a ser crueles) parece salir directamente de una farsa, como si todo hubiera sido sólo mentiras.

En el epilogo, las últimas páginas dan cuenta de un encuentro entre el escritor Mario Vargas Llosa y una Marta Borrero Parra de 80 años que vive en Estados Unidos, cerca de la antigua sede de la United Fruit. El escritor quiere averiguar con su personaje “ficticio” si todo ha sido verdadero, si Marta ha colaborado con la CIA, si Abbes García murió como cuenta el rumor. Marta no ha cambiado. Su belleza física no le impide ser lúcida y fiel a sus ideas anticomunistas y en la fantasía de sus recuerdos evoca una visita bastante reciente que le hizo Abbes.  Una duda añadida, una incógnita adicional que, a pesar de todo, refuerza un tono de relato de aparente veracidad.

Martine Melebeck